Reproducimos la entrevista que nos hizo Francesc Quintana, CEO de Vivendex y todo un referente en el sector inmobiliario.
“Las hermanas Marbà son la pura esencia de la Inmobiliaria tradicional, que ahora, con la tercera generación hace un giro para adaptarse a los nuevos tiempos.
Martina es “una rara avis” dentro la profesión, hablas 2 minutos con ella y te das cuenta.
Habla con seguridad, tiene claro lo que quiere, y el deporte (creo que practica todo el que se puede practicar) lo ha entrenado en el esfuerzo, la regularidad y la constancia.
Cuando me explicó su historia no me la podía creer, ¡¡ es apasionante!! Nos hacen falta muchas personas como ella a nuestra profesión, no podemos dejar perder su visión y experiencia, pero nos lo explica ella misma, cómo una investigadora acabó en la Inmobiliaria.
Por Martina Marbà.
Algunos se preguntan ¿cómo se puede pasar de teoremas, fórmulas y números a una oficina inmobiliaria?
Bien, pues desde muy pequeña, en casa, dominaban las conversaciones inmobiliarias, tanto por parte de mi padre como de mi madre que me preguntaba, ya fuera a la hora de cenar, como viajando en coche, o incluso viendo una película en el salón, siempre quedaba algún tema que no se había comentado: que si el arrendatario de esta calle o del otro, el propietario de aquí y de allá, las reformas cómo van, etc.
Escuchar hablar todos los días a todas horas pienso que es el que me hizo huir, y no querer saber nada durando mucho tiempo.
Entre integrales triples, ecuaciones diferenciales y derivadas, decidí dedicarme a la estadística, después a la bioinformática y a la investigación.
Los proyectos duraban meses o años, me pasaba el día ante un ordenador analizando entre los miles de genes del ser humano cuáles eran los “malos”, aquellos que eran causantes de ciertas enfermedades.
Usábamos el Big Data, para analizar, entre otras variables, los miles de genes, y así poder resolver con métodos estadísticos, lo que a simple vista una matriz numérica no nos permitía de ver.
Y mientras tanto, todo lo que pasaba en casa, para mí era un trabajo más de calle, visitas con clientes, libretas, firmas y papeles…
La investigación me dio la oportunidad de vivir en muchos lugares diferentes, Glasgow, Valencia y Nueva York. Conocer mucha gente de diferentes orígenes, muchos de ellos todavía aportando grandes adelantos a la ciencia y trabajando con la tecnología más puntera.
Pero llegó un momento en que tocaba alinear la vida personal y la profesional, y volver a Barcelona. Era el momento de aprovechar la oportunidad de trabajar a la empresa familiar, ¡a la inmobiliaria!
Y de repente, te das cuenta que empiezas de nuevo, en un ámbito totalmente diferente, y mucho más interesante del que te habías imaginado.
Descubres un sector en plena evolución, pero todavía muy retrasado respeto otros que ya había conocido, donde sin que lo pensara antes, te puedes adentrar en muchas temáticas diferentes (arquitectura, derecho, marketing, big data, …), donde la nueva tecnología también tiene gran protagonismo (tours virtuales, realidad aumentada, ..), donde se tiene un trato directo y constando con las personas y se ofrecen servicios con un trato personalizado.
Pero en contrapartida es un sector muy sensible para todo el mundo, puesto que tiene implicaciones directas con la economía de las familias.
Y diariamente ves las noticias inmobiliarias que se publican, demasiado a menudo con datos poco fiables. Los datos numéricos de precios (de alquiler, de venta, incrementos…) suelen ser poco contrastados, y únicamente buscan un titular en los medios de comunicación.
En estos momentos de muchos datos y poca información, donde tienes el pulso del mercado que dice una cosa y la prensa dice otra, entonces es cuando sabes que nuestro trabajo de inmobiliarios, todavía es más importante, hace falta más que nunca el trato personal.
Para aportar a las personas nuestros conocimientos, adquiridos con la experiencia personal, de la empresa, de nuestros compañeros, y poderlos aconsejar el mejor. Hacer que el tan importante camino a recorrer de comprar o vender su piso sea lo más fácil y agradable posible. Ayudarlos a dejar atrás una vida vivida, en un lugar que dejará de pertenecerles, unos sentimientos y unas emociones que les han acompañado cortas o largas estancias.
Y para mí la mejor recompensa es cuando ves las personas se emocionan y sabes que las has ayudado a encontrar la casa que tanto deseaban, o las has acompañado en la venta, a unos u otras, y los acompañas con confianza a pasar a la siguiente etapa de sus vidas.